EL BUDISMO Y LA VIDA REAL: CÓMO SER DISCIPLINADO

May 25, 2010   |   Leave a reply

Hay algunas cosas en las que soy buena, si me permites decirlo. Sé de generosidad. Sé sobre paciencia. Sé cómo intentar realmente, realmente esforzándome. Estoy dedicada a la búsqueda de la sabiduría. Sin embargo, hay una habilidad en la que realmente soy mala y, sin ella, todas estas buenas cualidades son considerablemente más débiles de lo que podrían ser. ¿Esa habilidad?

Disciplina.

Los lectores de mi blog pueden estar al tanto de un experimento que realicé hace alrededor de un año atrás llamado “El Gran Experimento Disciplina” o GED, en el cual tomé todas las cosas que SÉ que quiero (y debo) hacer-meditar, diario, escribir, ejercicio, tomar mucha agua, contestar todos mis mails, comer sano, tomar vitaminas, dedicar tiempo a los que amo- y traté de hacerlo. Todos los días. Punto. Por un mes. Me harté de ser todo “necesito cuidarme mejor” y “debo escribir cada día” y “Susan, estás DESPERDICIANDO TU VIDA. Pon atención.”

Yo debería haber sido capaz de hacer esto, ¿no es cierto? Quiero decir, estas son cosas que quiero hacer, debo hacer, tengo que hacer en esta vida. Son no negociables.

Sin embargo, el experimento fue un fiasco. Me puse muy ansiosa y completamente fuera de control. Me despertaba preocupada por fracasar. Perdía la paciencia conmigo misma durante todo el día. Si me atrasaba 15 minutos en algo en mi horario, sentía una onda de auto-desprecio. Estaba tan enojada conmigo todo el día. Y cuando sí conseguía cumplir con mis tareas, en lugar de relajarme, más duro golpeaba el látigo. Más rápido. Más. Mejor. Cada vez que me acercaba a la meta, la alejaba un poco más. Bueno, me dije, si no eres súper dura contigo misma, fracasarás. Ha pasado antes.

Esto-hacer todo lo que se supone que debes hacer en tu agenda-no puede ser lo que se entiende por disciplina, que es uno de los seis paramitas o acciones trascendentes en el Budismo. Estas seis son las acciones de un bodhisattva: generosidad, paciencia, esfuerzo, disciplina, atención plena y sabiduría. Creo que entiendo lo de la generosidad y eso, pero mi visión de la disciplina no parece convertirme en una persona compasiva que quiere ser de beneficio para todos los seres sensibles. Mi punto de vista hizo lo contrario-me hizo irritable, impaciente y crítica.

Tiempo de empezar de nuevo.

¿Qué es la disciplina entonces, si no te está haciendo hacer todas las cosas que sabes que se supone que debes hacer?

La práctica de la meditación sentada comienza a arrojar algo de luz sobre la visión Budista sobre la disciplina. En la meditación (instrucciones aquí), cultivas la concentración y la conciencia prestando atención a tu respiración en lugar de a tus pensamientos. PD no tiene nada que ver con vaciar la mente de pensamientos!! Casi imposible!! Deja de probar!! Gran engaño!! En su lugar, observa de manera diferente a tus pensamientos al mirarlos como fenómenos que pasan mientras tu primera disposición, atención-sabia, es a tu respiración a medida que fluye dentro y fuera a través de tu nariz. Cuando te olvidas de hacer esto y vuelves a estar completamente absorto en el pensamiento nuevamente, simplemente regresas. Con amabilidad hacia ti mismo.

Este volver amable es nuestra primera pista acerca de lo que es la verdadera disciplina. No tiene nada que ver con intimidarte a ti mismo. No tiene nada que ver con ser “bueno” o “malo”. De hecho, no tiene nada que ver con otra cosa que con simplemente volver. No hay un relato unida a esta acción, es lo que es. Volver siempre es posible-ya sea a tu respiración en la meditación, al sabor de tu cena, al dolor de tu corazón que necesita atención, a la belleza de las flores de tu jardín, o a las mil cosas que tienes que hacer.

Para volver, tienes que tener un sentido de lo que significa haberte ido, ser capaz de reconocer dónde estás realmente. En la meditación, algo sucede que te hace saber que te “fuiste”, ej. que estás absorto en el pensamiento en lugar de en la respiración. Ese algo es muy, muy interesante. Estás sentado en tu almohadón, atento a tu respiración, siguiendo a tu respiración, atento a tu respiración, pensando en la cena, preocupado por estar demasiado gordo, sermoneándote para comer más vegetales, recordando ese tiempo que comiste vegetales con esa persona con la que solías salir, eh ¿qué habrá pasado con el/ella?, lo/la amaba de verdad, que idiota que fue por romper conmigo, nunca nadie me va a querer, de verdad me está dando hambre ahora, ¿eso es una mancha en la alfombra?… y así sucesivamente. (Así es como trabaja la mente). De repente a mitad de la nostalgia, de la queja o de la dispersión, una voz llega desde, bueno, de alguna parte. Dice, “pensando, estás pensando. Tiempo de volver a la respiración.” Y entonces vuelves.

¿Te has preguntado alguna vez de dónde viene esa voz? Yo sí. Muchas veces. Realmente no sé la respuesta, pero sí sé lo que se siente cuando esta voz vuelve una vez más a señalarme adonde estoy.

Ella corta la fuga.

Ella es como una bocanada de aire fresco.

Ella es extremadamente precisa y consciente.

La amo.

Me lleva de vuelta a donde quiero estar, una y otra vez.

Con ella, puedo recordar que se supone que debo estar escribiendo o practicando o pensando en los demás. Entonces soy libre de actuar en lo que sé que es correcto. Ella corta el torrente de pereza en el que tan fácilmente me dejo arrastrar, no avergonzándome, en absoluto, sino recordándome quién soy y donde se encuentra mi devoción. Ella es el jugador clave cuando se trata de disciplina.

La práctica de la meditación me la presenta, una y otra vez. Cuando ella es extremadamente activa, es fácil permanecer en la tarea. Me trae de vuelta a lo que sea que estoy haciendo. Y no tengo que decirte lo que se siente al final del día cuando has honrado tus compromisos contigo mismo, con otros, y con tu propia vida-sientes una completa y pura alegría. Todo está bien con el mundo. Te sientes tremendamente estimulado. Inspirado. Ligero.

Ya sea que las cosas hayan salido bien o mal, cuando te paras justo en el medio de tu vida, honrando tus verdaderas prioridades, el día termina con una especie de delicioso cansancio. Estás en el juego. Estás viviendo tu verdadera vida. Sientes que puedes volar. No puedes esperar a levantarte en la mañana y comenzar de nuevo.

El zumbido asesino cuando se trata de este tipo de acciones correctas es la pereza, la cual, ya sea desde una perspectiva Occidental u Oriental, es el opuesto de la disciplina. La pereza nunca es buena. (No estoy diciendo que no es bueno relajarse, lo ES. Pero puedes ser perezoso para relajarte. No son la misma cosa.)

La visión Budista sobre la pereza brinda un conocimiento interesante sobre lo que su opuesto-la disciplina- debe ser. Hay tres tipos de pereza:

  1. Habitual. Este es el tipo que todos entendemos, esa que significa quedarse por ahí, difiriendo, quedándote más y más aletargado.
  2. Estar demasiado ocupado. Si, esto es considerado una forma de pereza. Porque cuando estás demasiado ocupado para prestar atención a tus verdaderas prioridades, algo ha ido mal. Has cedido lo que es importante en pos de actividades menos esenciales (para ti).
  3. Estar desanimado. Me encanta que esto sea considerado una forma de pereza, en lugar de ser una indicación de un problema psicológico, el desaliento es simplemente considerado como una forma de olvido: te has olvidado, por una buena razón, que realmente crees en ti mismo y en tu camino. Has visto la prueba de tu propia bondad esencial, de otra manera no podrías haber invertido tanto para crear una gran vida. Entonces, estar desanimado significa que dejaste caer tus compromisos porque dejaste que la vida, los otros, los comerciales de tv, sean los que juzguen tu valía más que tu propio conocimiento interior.

Entonces, demos un vistazo a los opuestos de estos atributos para descubrir lo que hay en el corazón de la verdadera disciplina.

En el otro extremo del espectro para la pereza habitual está el esfuerzo. A veces este esfuerzo parece puro trabajo ingrato (que es simplemente necesario, no hay manera de evitarlo-créanme, he buscado) pero a veces, como la euforia de un corredor, parece fácil. Y de la misma manera que la euforia del corredor, viene de la práctica, el compromiso y, en última instancia, de dejar ir. Así que en lugar de apretar el control sobre tus acciones, puedes abandonarte al flujo natural de tu propia bondad y compromiso y permitir que éste sea tu combustible. En este sentido, la confianza es el opuesto de la inercia.

El opuesto de estar demasiado ocupado es, bueno, no estar demasiado ocupado. Pero tratar de estar menos ocupado gritándote a ti mismo por estar muy ocupado no siempre resulta. En cambio, puedes recordar que en algún punto reconoces que, en un sentido muy profundo, la meditación o el yoga o el dominio del español o ser un padre increíble es donde está tu verdadero destino. Cuando recuerdas esto y pones tus esfuerzos al servicio de lo que sabes que es tu vocación más alta, sucede algo interesante. Ya sea que las cosas estén saliendo bien o mal en un día particular, te relajas. Cuando estás en el camino correcto, no te desvías-no porque tengas una voluntad sobrehumana, sino porque simplemente estás en el lugar correcto y lo sabes. Entonces, el opuesto de estar demasiado ocupado es relajarte en tu sentido de conocimiento interior.

¿Y el opuesto del desánimo? Bueno, no es una charla motivadora para que pases nuevamente al asiento del conductor-puedes hacerlo! Muéstrame que lo tienes! No seas un cobarde! DEBES APLASTARLO! (con perdón a Gary V , a quien quiero mucho). Y así sucesivamente. En cambio, el opuesto del desánimo podría ser recordar que sabes que el yoga es bueno para ti o el placer que obtienes al enseñar a tu hijo cómo vivir y amar, y la aspiración natural que surge de ello. No está basado en motivarte con la promesa de futuras recompensas, sino en el recuerdo de la alegría que ya has experimentado cuando vives tu pasión, sin importar lo que digan los demás. Es como cuando finalmente te convences de volver a hacer ejercicio después de unas pocas semanas (o meses o años), el momento en que comienzas piensas: maldición. Esto es genial. Esto es lo mejor. ¿Cómo pude haber abandonado esto?? Y allí mismo tu corazón se hace pleno nuevamente y la pereza de la auto-desconfianza se desvanece por el momento.

Así que en lugar de utilizar medios agresivos para empezar a hacer algo, intenta apoyarte en la confianza, en relajarte, y en tu más profundo conocimiento interior de que eres un ser asombroso, glorioso, único y completamente precioso. Esto es mucho más motivador (y verdadero) que la vergüenza y la decepción. Esto trae las cualidades de una inspiración autentica y una tremenda fuerza vital.

Para hacer todo esto, todo lo que debes hacer es recordar volver. Eso es. En su esencia, la disciplina, es simplemente volver. (Aquí hay un link a una historia que ilustra esta interpretación .) La Práctica de la Tranquilidad (meditación Shamatha) enseña esta habilidad, exactamente.

Uff, estoy tan feliz de haber escrito esto. He honrado mi intención de ser disciplinada para escribir. Se siente disparatadamente bien. Ahora el video de baja calidad con sentimientos de alta calidad.

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